Buenos
días,
Ayer
fue San Valentín y hubo muchas muestras de amor y cariño a lo largo de todo el
globo. Yo no soy muy de celebrar esta fecha y ayer ya hubo bastante amor en el
aire, así que esta semana el post trata sobre la sección odisea en la oficina. ¿Te apetece? Sigue leyendo.
Entre
compañeros de trabajo puede surgir el amor, pero ojo, también el odio. A veces
no llega a ser odio en sí, solo es un poco de tirria o manía hacia alguien,
pero que en ciertas situaciones nos puede hacer pillar un cabreo considerable.
Los
primeros problemas empiezan con lo que cada uno considera la temperatura ideal en
la oficina, por un lado están los frioleros y por otro los calurosos; no sé por
qué, pero las personas con término medio escasean, ¿conocéis a alguna? El problema
es poner la calefacción en invierno o el aire acondicionado en verano. Siempre
alguno se quejará, si está demasiado alto o demasiado bajo, pero llegar a un
acuerdo será complicado.
La
iluminación también puede traer peleas. Si solo con luz natural (que en pocos
sitios se puede), si encender todas las luces o algunas, si subir persianas
hasta arriba o dejarlas a media altura, si poner o quitar el store, en fin,
también da para rato.
El
escaqueo es un clásico de los compañeros con la cara dura. De esto hablé en un post anterior. Tener que quedarte hasta
tarde por culpa de otro no crea muy buen ambiente.
Puede
que conozcas a algún compañero tóxico, de esos de la cara dura, pero que además
se dedica a criticar en lugar de trabajar, a hacer que la gente se lleve mal
porque sí. Mejor aléjate de esta gente.
Los
que hacen la pelota al jefe o al superior y después hablan mal de él son de
esos compañeros tóxicos que nadie quiere tener a su lado. Pueden además
conseguir aumentos mejores que tú. Yo no sé hacer esas cosas, aunque tampoco
quiero hacerlo así.
También
está el que a pesar de hacer su trabajo, lo hace como mejor le viene a él, como
le es más sencillo, y no como mejor debe quedar para que luego el resto pueda
hacer un uso sencillo de ese trabajo.
Los
compañeros que borran sin querer algo que te hace falta a ti,… ¿Cómo es
posible? Pues pasa.
Ese
momento en que tu superior te dice que enseñes al becario puede pararte el
corazón. Algunos becarios son adorables, pero que se encargue otro por favor.
En este post hablé e ello, échale
un ojo.
Hay
veces que un trabajo corre mucha prisa, pero prisa de verdad. Tanto que debes
quedarte a echar alguna hora extra (sin remuneración, por supuesto, no pidas
tanto) para terminarlo o adelantarlo lo suficiente. Cuando por fin lo terminas te
quedas como si te hubieses quitado un peso de encima, te sientes además
orgulloso de haber terminado a tiempo. Al cabo de unos días, espera … ¿qué es
eso? ¿Todavía no se ha entregado? ¿En serio? ¿No corría muchísima prisa? Después
del enfado dices que no te volverá a pasar, que la próxima vez te lo tomarás
con más calma, total, después se tira casi una semana sin entregar. Pero no te
engañes, volverás a caer en la trampa.
Así
que ya sabes, ante cualquier situación de este tipo, respira, vete a la terraza
a que te dé el aire o ve a por un poco de agua, en realidad no merece la pena
sufrir tanto en el trabajo. Piensa en qué vas a hacer al salir, o a quién vas a
ver, con quién vas a compartir un rato de tu tiempo libre, que es lo que
realmente hace que la vida que merezca la pena.
Un beso, pero no ñoño. ¡Hasta la próxima!
Nuria
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